Centro especializado en restauración de obras de arte y mobiliario, estudios históricos, peritaciones y tasaciones. Teléfono 968215957 Calle Álamos, 3 -bajo. 30002 Murcia
domingo, 28 de diciembre de 2014
domingo, 9 de noviembre de 2014
IN MEMORIAM DE MIGUEL CONESA.
Trágica y prematúramente hemos perdido a un buen cliente, pero sobre todo a una excepcional persona, el joven sacerdote D. Miguel Conesa, a cuya natural simpatía y bondad acompañaba su gran amor al arte.
En su memoria y la de todas las víctimas del horrible accidente de la Venta del Olivo, queremos dejar en estas página, como testimonio, una pieza a la que Miguel tenía un gran cariño.
En su memoria y la de todas las víctimas del horrible accidente de la Venta del Olivo, queremos dejar en estas página, como testimonio, una pieza a la que Miguel tenía un gran cariño.
FICHA TÉCNICA.
Obra: Escultura
Título: CRUCIFICADO EN CALVARIO.
Autor y época: Anónimo, escuela española. Estilo
de transición entre Manierismo y Barroco. S. XVII.
Medidas máximas: 39,00 x 20,00 x 11,70 cm. de
diámetro. Imagen 19,50 x 14,70 x 3,80 cm.
Técnica: Talla en madera policromada.
El estado inicial de la pieza, fragmentada, mal ensamblada y con numerosos repintes y añadidos.
El proceso de restauración supuso el delicado desmontaje de todos los fragmentos, para proceder a la eliminación de los viejos adhesivos acumulados, y la limpieza de las policromías, en un intento de recuperar al máximo su aspecto original.
Características: Obra de muy buena factura técnica
que, a pesar de sus mínimas dimensiones y del alto grado de deterioro sufrido,
deja patente la maestría del trabajo de su autor.
Se trata de un Cristo vivo (en la
época inmediata anterior la generalidad era la representación del Crucificado
muerto), que sigue iconográficamente los esquemas de crucificados del
Renacimiento romanista por la contención del patetismo del martirio, tanto en la
serena expresión del rostro, como en la torsión del cuerpo, que apenas muestra un
insinuante movimiento por contraposto de la cabeza girada sobre el hombro
derecho y las piernas hacia la izquierda. Los
miembros superiores muy alargados, un tanto rígidos y secos, se extienden
ligeramente por encima de la horizontal en total simetría, lo que dota de frontalidad
de la imagen, que resulta un tanto plana en los volúmenes.
Sus proporciones son sumamente
estilizadas, correspondiendo el cuerpo a casi 9 cabezas (la medida de la cabeza
es de 2,00 cm. y el total del cuerpo, con las piernas levemente flexionadas, es
de casi 18,00 cm.).
El perizonium o paño de pureza es algo más corto que en épocas
anteriores, una característica que empieza a finales del s.XVI, con un singular
y nada común anudado a ambos lados, con sencillos pliegues en diagonal.
Sin haber realizado una analítica
sobre el tipo de madera empleado en la talla del Cristo y solo con la
observación visual de las zonas fragmentadas, creemos que fue realizado en una
conífera, bien podría tratarse por su densidad y tono de color de madera de
álamo, muy común en las tallas españolas.
Por otra parte hay un dato que nos
demuestra que la obra era propia de un escultor de oficio y con notables
conocimientos, el trabajo de policromía sobre la imagen, aunque esta nos ha
llegado profundamente alterada, sin duda contaba con un minucioso y buen
policromado, sobre una base de un tono anaranjado, bastante potente, se
realizaron veladuras suaves, de las que apenas quedan fragmentos mínimos.
La forma arbórea de la cruz y el
policromado sobre la misma es otro dato a tener en cuenta para su datación en
los albores del barroco.
viernes, 7 de noviembre de 2014
Restauración escultura: NIÑO JESÚS TRIUNFANTE. Seguidor de Juan Martínez Montañés
Tras
nuestra visita de ayer a la deliciosa exposición “En Intima Plegaría”, magníficamente
guiada por José Antonio Fuentes Zambudio, al encontrarnos con un bonito Niño en
marfil y por su gran parecido, hemos recordado una restauración bastante
interesante realizada sobre la imagen de un Niño Jesús Triunfante de la estela
de Juan Martínez Montañés (Alcalá la Real, Jaén, 1568 - Sevilla, 1649).
Lo que podríamos llamar “prototipo”
creado por el consagrado escultor cronológicamente se mantiene durante siglos, copiado
y difundido en multitud de piezas que han llegado hasta nuestros días, en
algunos casos, como la que presentamos, transformadas en un intento de alargar
su vida o adecuarlas a las modas de otros momentos.
Así, con al menos cuatro
policromías superpuestas, nos llegó este gracioso Niño, la más singular la que
lo había policromado por completo con una especie de purpurina bronceada,
quizás en un intento de imitar las figuras de metal, correspondiente al primer
estrato sobre los restos de original. Aunque es imposible recrear la dilatada
historia de esta imagen, la única hipótesis que se nos ocurre, como explicación
de este estrato tan atípico, es que podría ser producto de la desacralización
y adaptación de la pieza a la moda
neoclásica de finales del XVIII o principios del XIX.
Cuando un restaurador encuentra
tantos repolicromados sobre una pieza, siempre surge el mismo problema: ¿que
conservar? ¿hasta dónde eliminar?. La prudencia y, por supuesto, la última
palabra del cliente, que generalmente temen perder las referencias estéticas de
la pieza, hacen que realicemos una intervención conservadora, intentando
optimizar lo que hay de forma conservadora, en este caso, eliminando únicamente
los últimos e indeseables añadidos.
Y sin más dilación, ahí van esas
imágenes.
Estado inicial
Limpieza de la capa más superficial de suciedad y catas para determinar el estado de los distintos estratos.
Eliminación de los añadidos indeseables.
Finalizada la intervención
FICHA TÉCNICA.
Obra: Escultura
Título: NIÑO JESÚS TRIUNFANTE.
Autor
y época: Anónimo,
seguidor de Juan Martínez Montañés. S. XVII-XVIII.
Medidas máximas: 56,00 x 28,00 x 23,00 cm. de diámetro. Peana
16,20 x 28,00 x 20,80 cm.
Técnica:
Talla en
madera policromada.
Propiedad:
Particular.
viernes, 31 de octubre de 2014
SAN ANDRÉS DE MAZARRÓN Y SUS PINTURAS MURALES (III)
Así la encontramos y de este modo ha quedado...
Un dato interesante de estos trabajos ha sido el encuentro
fortuito, en la zona del tambor y bajo una capa fina de temple blanco, de una
inscripción con el nombre y fecha del autor de las pinturas, que reza así: “Esta ovra se acabo, año de 1744. Diego Marin”.
Lo que viene a ratificar que las obras de ampliación de la iglesia se
realizaron con cierta celeridad si, tal como podemos ver en el artículo
documental que enlazamos, al parecer entre 1742-43 se estaban recaudando fondos
para la misma. (http://www.fotozielinski.com/san-andres-de-mazarron/).
¿Quién pudo ser el tal Diego Marín, del que no tenemos noticias? Buscando
y rebuscando nos encontramos en la página 519 del libro de la profesora
Concepción de la Peña, El Retablo Barroco
en la Antigua Diócesis de Cartagena. 1670-1785, referencia a un Diego Marín
del Pîno como dorador, que en 1730 trabaja en elretablo de la sala capitular
del Ayuntamiento de Murcia, lo que nos da una pista sobre su posible relación,
con el de mismo nombre de la parroquia de San Andrés de Mazarrón, es que en
1742 tasa el trabajo de Andrés López Zafra, maestro pintor y dorador, en el
retablo mayor de San Antonio de Padua de Mazarrón (Archivo Hco. Provincial de
Murcia. Esno García Vega, prot. 2.911, ff. 149-150v)…sinceramente no creemos en
que sea una simple coincidencia nominal, por lo que tenemos a un artista que,
además del dorado, es capaz de realizar composiciones pictóricas de cierta
complejidad, como pueden ser los tres destacables grandes retablos de
ilusionismo arquitectónico de nuestra
parroquia.
También se descubrió, en el momento de su restauración, la
presencia de las iniciales G M en la zona superior izquierda del retablo, muy
discretamente camufladas para pasar desapercibidas. Probablemente el G M pudo
ser un ayudante del equipo de Marín e incluso, por coincidencia de inicial,
algún familiar del mismo.
Durante la intervención en el retablo lateral del brazo
izquierdo del crucero se recuperó parcialmente el texto que contenía el medallón
central superior; contando con la
colaboración del experto latinista D. Miguel Ángel García Olmo, al que
agradecemos en lo que vale su valiosa ayuda, quien no solo completo y tradujo
el texto, sino que nos indicó su origen y la advocación a la que estaba
destinado, Santa Bárbara, la que sin duda debió tener un lugar preeminente en
esta iglesia, al ser la patrona de los mineros.
Una pena que no se hayan podido solucionar por completo los graves problemas de humedad.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)